domingo, 7 de febrero de 2016

Jean Genet: "Un chant d'amour"


¡¡¡Pornografía!!! ¡¡¡Horror!!! Aún hoy en día, en 4º curso de Historia del Arte, me encuentro con que algunos manuales específicos para determinadas asignaturas hablan del "arte de la guerra" y de cómo determinados países afortunadamente han prosperado económicamente gracias a sus innovaciones en ganadería e industria cárnica mientras hablan del peligro que supone internet para los niños al facilitarles el acceso a la ¡¡¡horror!!! pornografía. Apoyan tanto determinados genocidios como la amputación de gran parte de la psique humana que los niños ya tienen y practican a su manera. Tengo 38 años. Crecí por lo tanto sin internet, pero afortunadamente, crecí con el cine de terror que adoraba sin saber que algunas de las películas que veía repetidamente formaban parte de la filmografía del que más adelante sería uno de mis cineastas favoritos, David Cronenberg, con películas eróticas tan míticas como "Emmanuelle" o la más explícita "Calícula" con sus bellas felaciones y eyaculaciones, y directamente con la colección de porno duro de mi padre. No, no era un bicho raro, al menos en ese aspecto. Con 11 años, cuando en clase nos hacían escribir alguna redacción o cuento, sobre todo si se trataba de un "castigo" para así "castigar" nosotros al profesor o profesora, mis amigas y yo escribíamos cuentos gore y porno duro. Con 12 años, en 7º de EGB, era una práctica habitual el que los niños se intercambiaran pelis porno en VHS. Las niñas no, claro, que el machismo sí que nos lo enseñaban tan anchamente como lo correcto. Con 16 años me hice vegetariano. Sexo sí, para todo el que quiera. Masacrar a otros, bajo ningún concepto. Gracias al Diablo, hoy en día tenemos internet con las infinitas posibilidades de autoaprendizaje continuo y de desarrollo personal que nos ofrece para cada uno de los individuos, cada uno único e irrepetible con sus tendencias y aptitudes, lejos de la educación homogeneizadora de hace 3 décadas. Claro que internet debería de estar más controlado en muchos ámbitos, como todo en la vida, pero censurad lo censurable, censores del sexo, y comenzad por vosotros mismos, porque no es el sexo ni el cuerpo humano el ámbito a censurar. Siempre he mostrado mi rabia cuando mis fotografías son eliminadas por su "contenido pornográfico" cuando no pintan absolutamente nada en lo que todos entendemos por una página porno, pero no me importa que tachen mis fotografías y textos de pornográficas. Efectivamente, lo son. ¿Pasa algo? Y gracias a internet, y pasando de los "antipiratería" radicales como de la peste, tenemos la posibilidad de ver joyas como ésta, contra la que los censores del sexo no pueden echar sus zarpas ya que si la eliminan de un sitio aparecerá en otro, y a la que no tendríamos acceso si fuera por esos defensores de los "derechos de autor". ¡¡¡Pero qué derechos de autor, pazguatos, si muchos de esos autores están muertos y pertenecéis a empresas que se quieren lucrar a costa de sus figuras, o sois autores forrados que quieren forrase más antes que dar vuestras obras a conocer al máximo de gente posible, o se trata de obras descatalogadas que no se pueden adquirir pagando porque no se encuentran en los circuitos comerciales!!! Y que conste que lo estoy diciendo yo, un autor y artista que en gran parte por absolutamente todo lo dicho anteriormente no puedo ganar mi sustento mediante mis creaciones. Así que de nuevo y mil veces, bendito sea el Diablo y bendito sea también el escritor maldito Jean Genet, quien realizó una única incursión en el cine tan absolutamente maravillosa que hace que el cine y la propia carne de la experimentada cineasta Sinde comience a desprender su olor natural a mierda que nos sigue llegando a pesar de los años que lleva desaparecida. Este canto de amor, con ese título tan perfectamente escogido, un corto mudo en b/n de 25 minutos, fue rodado y exhibido en 1950. Cómo no, las censuras llegaron por todas partes. No se podía permitir la visión pública de presos maricones que se masturban y cuyas celdas están interconectadas por minúsculos agujeros, por muy poca polla que se vea aunque alguna que otra ya se atreve a bailar para nosotros. Lleno tanto de puro romanticismo como de crítica social, algo que los simplones críticos e historiadores del arte no conciben que pueda ir unido, este corto repleto de bellas y evocadoras imágenes hoy en día estaría grabado en color, con la mayor nitidez posible y con agujeros más grandes en las celdas por los que una polla en primer plano entrando y saliendo de una boca durante los 25 minutos que dura este corto sería lo único que se vería, y por supuesto en su correspondiente página porno gay, porque sois vosotros, censores sexuales, los que habéis separado aquello que iba unido, y sois vosotros y sólo vosotros los responsables directos de la banalización del sexo y la pornografía que se ve a escondidas, y no pretendo criticarla por decir esto. ¿No os veis acaso reflejados en la figura del reprimido y represor celador que se excita con lo que ve y castiga a los objetos de su deseo como si de un espejo se tratara? Si no queréis ver jamás en la vida una polla, sed coherentes y comenzad por cortaros la vuestra propia...

Las obras de arte están por encima de la obscenidad y la pornografía –o, más correctamente, por encima de lo que la policía entiende por obscenidad y pornografía. El arte existe en un plano espiritual, estético y moral más elevado.
(Jonas Mekas, extracto del "Manifiesto del Underground sobre la censura")


Las obras de arte están por encima de la obscenidad y la pornografía
–o, más correctamente
por encima de lo que la policía entiende por obscenidad y pornografía-.
El arte existe en un plano espiritual, estético y moral más elevado.
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